martes, 16 de enero de 2018

COCTEL DE LETRAS | Herstorian: La difícil y compleja construcción de ser mujer "rebelde"


Sección coordinada por Inés M. Michel*






Colaboración de Hilda Monraz



El 23 de marzo de 2017 fue asesinada la periodista Miroslava Breach en Chihuahua. Se había dedicado a publicar investigaciones sobre la relación entre el crimen organizado y ciertos grupos políticos de su estado. Específicamente con algunos panistas. El 25 de diciembre del año pasado arrestaron al supuesto autor del crimen.1 Sin embargo, el juicio ha sido turbio y hoy en día no hay respuesta sobre el feminicidio perpetrado. ¿Quién o quiénes mataron a Miroslava? ¿Por qué? ¿A quién o quiénes les era incómoda su existencia? Son preguntas que siguen en el aire. Sin embargo, este terrible ejemplo sirve para pensar en las tantas mujeres que han sido asesinadas por enfrentar su contexto político y social, tratando de esclarecer los caminos y buscando la justicia.

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¿Rebeldes o sumisas?


La construcción social del ser mujer es sumamente compleja y depende de muchos aspectos que sí están relacionados con la biología pero sobre todo con la cultura. La condición corporal, física y biológica de la constitución femenina se sujeta inexorablemente a las exigencias sociales y culturales de su entorno. En este lado occidental del mundo, el hecho de ser mujer está casi siempre relacionado con una posición inferior al hombre y con ciertas características que la dejan en calidad de doméstica, madre, sumisa, sentimental y poco racional. Esa forma de ser mujer fue asumida por algunas y criticada por otras. A lo largo de la historia han existido muchas mujeres que se declaran en contra de los estereotipos de su género, pero también quienes los retoman como propios y esto las ha llevado a la felicidad. Otras no han tenido oportunidad de oponerse. La gama de posibilidades del ser mujer es tan amplia y contrastante, que no se reduce a dos, sino que implica muchísimas más.
Tenemos una Sor Juana que desafió los prejuicios contra las mujeres en el sentido intelectual. Declaró que sus congéneres podían estudiar y dictar cátedra, incluso ser iguales a los varones. Pero lo hizo siendo monja católica y tomando como propios algunos valores y virtudes que se consideraban “femeninas” como cocinar y vivir en el espacio “doméstico”. Para entender esto, tenemos que recurrir al contexto virreinal, donde las mujeres tenían muy pocas oportunidades de movilidad social. Sólo algunas con ciertos poderes económicos y políticos lograron lo que Juana de Asbaje pudo. Por otro lado, tenemos una Frida Kahlo que plasmó temáticas corporales en sus obras pictóricas. Esto la relacionó con un nuevo tipo de arte que incluso algunos han considerado precedente al feminista. Llevó una vida de aparente libertad sexual y se relacionó con los intelectuales mexicanos y extranjeros de su tiempo. Empero a su rebeldía, se enamoró de un hombre que no le correspondió de la misma manera su entrega y que la engañó constantemente con mujeres muy cercanas. De nueva cuenta hay que recurrir al ritmo histórico que nos permite entender por qué una mujer emprende cierto estilo de vida y desde dónde. Kahlo hoy en día goza de mayor popularidad a nivel mundial que el que fue su esposo. Un amigo curador de arte me comentó que para pedir sus obras hay lista de espera de dos o tres años en los museos ¡de México y Estados Unidos!, mucho mayor es en otros países.


Tomado de:fahrenheitmagazine.com


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No quiero decir que Sor Juana y Frida son polos opuestos. Mi pretensión es reflexionar en torno a la construcción de ser mujer que debe ser comprendida en un contexto social que es histórico; es decir, cambiante. Que obedece a muchas aristas que están en juego y que de ninguna manera son inamovibles. También quiero dejar claro que el paso del tiempo no es sinónimo de “evolución”, sino de una complicación de mayor o menor medida en las formas de constituir feminidades. En un mismo momento histórico pueden existir varias maneras de ser mujer y se pueden contraponer o no. Incluso una misma persona puede ser mujer de distintas maneras en diferentes etapas de su trayectoria biográfica. Lo que podemos encontrar es una imagen recurrente en distintos periodos, que es la de la mujer “rebelde”. Casi siempre denominada así por no obedecer los cánones estipulados de comportamiento femenino. Muchas veces estigmatizada y castigada. En las peores situaciones, asesinada por su incumplimiento social.
En ese sentido, las mujeres que cuestionan su posición de género son las que se han relacionado con cambios trascendentes en su entorno social. De modo que su trasgresión o rebeldía puede verse como una característica del cambio social en distintos periodos de la historia humana. A diferencia de las mujeres, los hombres tienen más posibilidades de protagonizar revoluciones, guerras, modificaciones sustanciales en materia política, económica y social. Su posición en el entramado histórico es mucho más favorecedora y les facilita acceder a puestos de poder que son más complicados para las mujeres. Esto explica por qué en muchos contextos no se consideran “aptas” para llevar la batuta tanto de discusiones académicas como de gobiernos y de decisiones estatales. En el peor de los casos, estas diferencias de género terminan por demostrar que las mujeres que se atreven a desafiar las reglas de su comportamiento pueden ser castigadas de distintas y crueles maneras. De hecho, los feminicidios pueden entenderse como una forma de controlar algunos avances de mujeres en los espacios públicos que antes eran considerados exclusivamente masculinos. Las preguntas como: “¿Pero qué hacía a esas horas en la calle, sola?” corroboran estas visiones dicotómicas y sexistas sobre los ideales femeninos. Hace poco escuché a un hombre decir en público que las mujeres no deberían salir a las tres de la madrugada porque se ven mal y se “exponen” a peligros, pero que los hombres pueden hacerlo porque ellos tienen ese derecho. Aunque los varones también corren riesgos en este contexto de violencia que día a día crece, lo cierto es que a ellos no los matan por ser hombres. A las mujeres; seamos “rebeldes” o no, nos amenazan y nos están matando por ser mujeres.



¿Decisión o destino?

En las películas de cine de oro mexicano pueden verse claros ejemplos de mujeres “rebeldes” que enfrentan al machismo de su época. El problema es que al final casi todas caen rendidas a los pies de algún varón. Se reivindican siendo buenas madres o esposas abnegadas. Y si no, mueren de manera trágica. La enseñanza está muy clara. O sigues las reglas del juego patriarcal, o tus desafíos pueden abrirte las puertas de la muerte. No es una novedad que el comportamiento “rebelde” femenino se castigue hoy en día de manera dura y contundente. Tampoco es nuevo que el patriarcado se refuerce y se alimente de los avances feministas. Sin embargo, en la actualidad pueden leerse modificaciones importantes en estas reacciones y se relacionan con una oleada de mayor violencia e impunidad. El acoso sexual, visto como “piropo” se reinterpreta en distintos niveles incluso económicos y algunos cuestionan su tinte clasista o mediático. La inseguridad que sufre una mujer al salir a la calle ya no es sólo en horarios nocturnos, sino a cualquier hora en cualquier lugar.
Me gustaría dejar algunas otras preguntas que incitan a la reflexión. ¿Las mujeres que siguen las normas de comportamiento socialmente aceptado no sufren castigos, viven sin peligros? Las mujeres que “aceptan” su destino femenino y no cuestionan su propia construcción de género o la de otras a su alrededor, ¿no son acosadas, violadas, asesinadas? ¿Los feminicidios sólo se producen contra las “rebeldes”? ¿Es parte de una decisión de ser mujer, o de un destino? No es mi propósito tomar el papel de filósofa y hablar de determinaciones o implicaciones (auto), (extra) designadas, pero sí de debatir en torno a las muy diversas formas de ser mujer que casi siempre se interpretan en polos opuestos. La “buena” y la “mala” mujer ¿tienen distintos fines? ¿Se les ama o se les castiga? ¿Se sigue su ejemplo, o se olvida? Si tomamos en cuenta que los hombres “revolucionarios” son los que pasan a la historia como héroes, pero las mujeres “rebeldes” son mal vistas y borradas sistemáticamente, ¿no podemos ver la diferencia de género que se ha construido en lo cotidiano y también en el lenguaje histórico? Tal vez los cambios sociales se deben volver a examinar desde las construcciones de feminidad y masculinidad, para comprenderlos de manera más congruente y completa. De esa manera entenderíamos no sólo las coyunturas, sino los procesos históricos más largos que devienen en nuestro presente.






Hilda Monraz.
@_biographer

PlasmArte Ideas, enero, 2018.
Twitter: @plasmarteideas
Instagram: @plasmarteideas



COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel. 
[*Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre). 
Las letras me han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es mi guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com











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1 Marcela Turati, “El caso de Miroslava Breach confirma el vínculo entre narco y política” en la Revista Proceso, 30 de diciembre de 2017, en línea: http://www.proceso.com.mx/516810/el-caso-de-miroslava-breach-confirma-el-vinculo-entre-narco-y-politica

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