martes, 12 de abril de 2016

COCTEL DE LETRAS | Andrología: Género disfrazado = Sobrevivencia

[Sección coordinada por Inés M. Michel*]





[Colaboración de Judith Rosas]


ANDROLOGÍA

Ανδρολογία


GÉNERO DISFRAZADO = SOBREVIVENCIA


La manera en que podemos hacernos de los medios para poder sobrevivir, además de la condiciones para lograrlo, se vuelve en muchos casos justificables, y en algunas culturas es una cuestión extrema.

Tomada de: 



¿Qué sucedería si para poder tener los medios para sobrevivir, o tener un empleo, dependes de asumir un rol de género contrario al tuyo?, y ¿qué tanto estarías dispuesto a hacerlo, si de eso dependiera algo tan básico como comer?


El acto de salir al mundo, participar en él, es por sí mismo ya un acto en el que toca asumir un papel, como si de una obra teatral o bien de un performance de cotidianidad se tratara, con el cual es posible adentrarse al entramado de interacciones sociales que nos permiten la coexistencia con otros. En el universo de interacciones sociales, para toda clase de fines es necesario asumir un personaje determinado y definido según la percepción que tengamos de nosotros mismos.


La percepción lo es todo en cuanto a ese performance cotidiano se refiere, dependiendo lo que aparentes será el cómo seas considerado, tratado y designado según el género al cual se representa. Sin embargo, la cuestión se vuelve extrema cuando las reglas y expectativas se vuelven una limitante solo por pertenecer a un género que carece de “existencia” social.


En este sentido, las mujeres en Occidente tenemos relativamente poco tiempo de “existir”, como seres activos fuera del confinamiento del trabajo doméstico, pero esta sigue siendo una lucha para muchas en otros puntos del planeta, en culturas que de manera tajante, les hacen ver su suerte, relegándolas a no ser parte de la sociedad como individuos sino como objetos que pertenecen a alguien más.


Todo esto viene al caso por la cantidad de mujeres que se convierten en el único sostén de su casa y que son ridiculizadas por asumir este papel, se les llama burlonamente “luchonas” y “guerreras”. La situación me parece ridícula cuando se busca el empoderamiento a través de asumir la maternidad como producto de decisiones carentes de responsabilidad, aún peor, cuando se dan cuenta de que quienes se quedarán con las consecuencias de sus actos, son ellas mismas.

LA HISTORIA DE ABU HODA والد هدى**

Tomada de: 

Pero cuando esto sucede en un entorno por demás hostil, donde no existe la elección de ninguna clase, la situación es distinta. Tomemos el caso de Sissa Abu Dauh, originaria de Al Aqaltah un pequeño poblado de la ciudad de Felahin a unos kilómetros de la ciudad de Luxor, en Egipto.

Lo que hace particular su historia es que Sissa tuvo que asumir el rol de hombre de pies a cabeza, para así poder trabajar y sostener a su hija. Es una mujer que nunca salió de su aldea, no aprendió a leer ni escribir; se casó con un un hombre de la ciudad de Qena, ciudad capital de la región del Alto Egipto. Con poco más de 20 años, se embarazó de su primer y única hija, pero hacia el sexto mes de gestación, su esposo murió dejándola viuda.

Viéndose en esta situación, tuvo dos alternativas. Si nacía varón se lo entregaría a la familia de su esposo, en cambio si nacía niña ella misma se encargaría de su educación y sustento. Al poco tiempo nació su hija Hoda, y con ella también Sissa asumió un nuevo género, cuestión que solo se planteó una vez que ella comunicó a su familia su deseo de trabajar, cosa que no fue bien recibida ya que no era nada “honorable” que una viuda trabaja para subsistir. La decisión sobre su futuro no dependía de ella, sino de su familia que dispuso que se casara nuevamente, cosa que Sissa no aceptó, rechazando a todos los candidatos enviados por sus hermanos.

Como mujer no tenía injerencia en su propia vida, pero siendo hombre tendría la posibilidad real de cumplir la promesa de hacerse cargo de Hoda. Tomó así la decisión radical de aparentar ser un hombre, lo que al comienzo no fue fácil, ya que cuando descubrían que no lo era, le insultaban y acosaban, pero no desistió. Armándose de valor y mucha paciencia, volvió a pedir empleo, desempeñando varios oficios, desde peón de albañil hasta limpiabotas. Fue ganándose el respeto de sus compañeros de jornada, que con el tiempo la aceptaron a rezar en la mezquita como el resto, llamándola Abu Hoda (padre de Hoda).


Ya han pasado 42 años desde que Sissa tomara la decisión que cambió radicalmente su vida, planteando que es mejor rebelarse cuando las circunstancias nos orillan a tomar al toro por los cuernos.


El acto simulatorio de hacernos pasar por otro(s) nos convierte en alguien más, que nos distancia de lo que fuimos, eso nos lleva a dar un paso más hacia los límites, donde nuestras circunstancias, o bien, nosotros mismos nos hemos puesto. 

La historia no es ajena a nadie, aun hoy Abu Hoda, sigue llevando ese rol ante los demás en su aldea y ha conseguido ser otras persona e incluso es considerada como la mejor madre de Egipto.


Judith Rosas

PlasmArte Ideas, abril, 2016

Twitter: @plasmarteideas



COCTEL DE LETRAS es coordinada por Inés M. Michel 

[*Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre). 
Las letras me han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror. 
Casiopea es mi guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com













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Referencias


**Se puede consultar la crónica en línea a través del periódico El Mundo, en este enlace.


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