sábado, 14 de noviembre de 2015

CONTRAPUNTO | Ciudad de México



La ciudad con su incendio y sus ventanas de cristales mayúsculos. La ciudad entre ramas y semáforos. La ciudad de los anuncios, de las jaulas, del cemento y los espectros que danzan con serpientes, con ojos de venado, de águila. La ciudad de la gente que corre y se agita como lámparas y hojas. La ciudad del drenaje, de los callejones y los insectos. La ciudad de los autos, las alcantarillas y los vagones, de los puentes, de las salidas de emergencia. Estoy en esta ciudad laberinto que abraza los días contra todo pronóstico. Despierto aquí donde la vida se consagra a la sospecha. El paso de la noche se parece a la marca de la lluvia. De pronto, todo está envuelto, iluminado, desposeído, húmedo, magnífico. Entro a la ciudad con cautela como si pudiera salir de ella. Averiguo lo que voy dejando atrás mientras transcurre la tarde. Algo se aleja y desvanece para cambiar de forma. Recordar es poseer, aunque sean las siluetas o los trazos movidos de la distancia. La ciudad reaparece cada tanto después de arruinarse y valerse del escombro, se alza a través de sus fachadas y balcones, se cubre de nostalgia, de capas de pintura, de huellas, de barniz. Recorro la ciudad y pierdo el rastro, avanzo con precaución como si fuera a dolerme, a invadirme con ruidos y sobresaltos. Los edificios parecen lagos. Insisto en demoler las rutas, provoco el sinsentido de vagar. Yo también desaparezco, modulo respuestas y ensayo frente a las vitrinas las formas apropiadas de representarme. Me veo en las personas que van y se detienen en sus palabras. El gesto de la ciudad es rotundo, ennegrece la pronunciación de quien saluda, huye y se aferra al paseo, a las plazas, a las filas, a las coordenadas del subsuelo. La miro. Recorro la ciudad como quien busca intoxicarse y huele la fragmentación de lo que está por caer. 


Ingrid Valencia



Twitter: @ingridvvalencia
PlasmArte Ideas, noviembre, 2015



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