sábado, 31 de octubre de 2015

CONTRAPUNTO | A George Steiner, una posible razón para la tristeza del pensamiento






Dar la mano que tiembla en el cajón, en los papeles doblados con impaciencia, crecer desde allí como una rama que se lanza a la tarde, como piernas cansadas, tambaleantes.

Estar erguido en la pausa que embellece las fracciones, el sabor del hielo, los glaciares.

Perseguir la ciudad que me persigue, robarle los dientes, los cabellos, las avenidas, la gente de a dos que se agrandan de la mano.

Los ojos se vencen al ruido y también tiemblan, se cierran como alas, como puertas.

Escucho voces que sobreviven después de mí, antes de mí, incluso por dentro de mí. Arrebatan el camino de luces, las apagan, me desvelan, me llevan a lo indecible, a lo perecedero, a lo que siempre aguarda una llamada más, un regresar desde afuera con las manos llenas de lodo. Un palpitar de huecos que se enciman como pájaros, una guerra de jaulas más grandes.

Y la mano tiembla en el cajón, en las gradas de un estadio, en los gritos, en la sangre desde mí, antes de mí, por dentro de mí.

Incluso los papeles se desdoblan, se alejan como ramas.


Ingrid Valencia


Twitter: @ingridvvalencia
PlasmArte Ideas, octubre, 2015




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