martes, 23 de junio de 2015

COCTEL DE LETRAS: Cuentos inéditos (Raul Duarte)

[Sección a cargo de Inés M. Michel*]














Venganza

Aún recuerdo cuando Susana (o Susi, como le decían en aquellos años) y yo, competíamos para estar entre los alumnos más destacados del salón. Nuestra rivalidad comenzó desde el primer año de primaria y por esa razón llego a ser normal que apareciéramos en el cuadro de honor, pero llegó el cuarto grado y comenzaron los cambios. Durante esa época mis padres se separaron, mi hermana mayor y yo terminamos quedándonos con mamá, no podía creer que esto nos pasara, comencé a distraerme, me rebelé y dejó de irme tan bien en la escuela, en cambio Susi, seguía igual de estudiosa y cuando se dio cuenta de que mis calificaciones bajaron, comenzó a burlarse en mi cara cada vez que podía, me sacaba la lengua y me presumía sus perfectas calificaciones, no importa la materia, por lo general sacaba diez o uno que otro nueve, en cambio yo, tenía una racha de seises y sietes.  “Esto no se quedara así” le decía cada vez que me sacaba la lengua. “Me vengaré” “Ay sí… mucho miedo me das, de seguro tu cabeza no te da para un plan o dime, ¿cómo te vengarás genio?” Y tenía razón, no tenía idea de cómo me vengaría…no la tuve, hasta ya que faltaba menos de una semana para que acabara el ciclo escolar.

Ella se sentaba en la primera fila, al lado contrario de donde estaba la puerta del salón, cerca de ella, sobre un escritorio, se encontraba la mascota de la clase. El señor amarillo, era un pequeño loro que tenía unos seis meses de edad, cada semana alguno de los alumnos tenía el honor de llevarlo a su casa y cuidarlo durante todo el fin de semana. Era viernes y solo faltaba que hiciéramos un examen, el de Ciencias naturales y sería aplicado el lunes. Salimos cinco minutos antes de lo normal, le pregunté a la maestra si me daba permiso de llevarme al señor amarillo a casa, ella se negó diciéndome: “Tienes que estudiar, necesitas concentrarte, la mascota necesita mucha atención” “Pero maestra”, le contesté, “le prometo que estudiaré mucho, por favor déjeme llevarme al loro”. La maestra me miró confundida. “¿Es un sí?, pregunté.  “Pero Rubén, ya te he dicho muchas veces que…”, no pudo terminar la frase,  sonó el timbre de la salida, tomé la jaula y salí corriendo mientras le decía “gracias maestra”.

Mamá salió por todo el fin de semana, fue a una ciudad cercana para asistir a una boda de una de sus amigas, así que estaríamos solos mi hermana, el señor amarillo y yo. Después de cenar, comencé la segunda parte de mi plan maestro: Le enseñaría hablar al señor amarillo para que durante el examen, dejara en ridículo a Susi con frases como: “Susi está copiando, Susi va a reprobar, Susi huele raro” era el plan perfecto. Pensé que en el mejor de los casos la distraería, quedaría en ridículo, se reirían de ella y saldría llorando del salón. Puse la jaula sobre la mesa de mi cuarto y comenzaron sus clases. “Di Susi…” El señor amarillo me vió con sus pequeños ojos negros, se limitó a girar la cabeza. “SU-ZI, S-U-S-Y, Suuuuuuuuusyyyyyy…” Nada, no pasaba nada, pensé que quizás se debía a que seguía siendo un bebé ave, incluso llegué a creer que podía ser tímido, pero eso no importaba, yo le enseñaría a hablar, aunque me llevara todo el fin de semana. Pasó el viernes, el sábado y nada, lo único que había conseguido fue tener el nombre de Susi dándome vueltas por la cabeza.

Llegó el domingo, ya había anochecido y las cosas no mejoraban. “¿Qué tanto haces cabezón? ¿Por qué ya casi no sales de tu cuarto? ¿Volviste a ser ñoño?", me dijo mi hermana mientras entraba a mi habitación.  “Vete, ¿que no vez que le estoy enseñando a hablar?” Mi hermana vio al señor amarillo para después voltear hacia mí y se soltó riendo. Le reclame diciéndole “¿De qué te ríes?, Ayúdame, sé buena por primera vez en tu vida”. Paró de reír, se disculpó y me dijo con una seriedad que nunca había visto en ella. “Tienes razón, no he sido una buena hermana, te ayudaré, espera”,  salió del cuarto y volvió con unas pequeñas bocinas y me dijo: “Lo que tienes que hacer es grabar el mensaje que quieres que aprenda con tu celular, conectas las bocinas y las colocas junto a la jaula para que así el ave lo escuche durante toda la noche, te aseguro que así  aprenderá a hablar, ¡ah! Pero tú te tienes que quedar junto con él toda la noche, no vaya a ser que se desconecte y se apaguen”. No podía creerlo, mi hermana no era tan mala después de todo. Grabé las frases y las puse en modo repetición, conecté las bocinas y comenzó la grabación. Batallé un poco, pero sí logré dormirme. Al despertar la grabación seguía, me dolía un poco la cabeza, desconecté las bocinas. El pobre loro estaba dando vueltas como loco por su jaula, me bañé, desayuné y nos fuimos a la escuela.

Devolví al señor amarillo a su lugar mientras Susi me seguía con la mirada. “¿Estás listo para reprobar?”, me dijo con su voz chillona, yo solo me limité a sonreír. El examen comenzó, y sí que fue un examen difícil, no pude concentrarme, en parte porque no podía dejar de ver al loro, y también porque todo lo que pasaba por mi cabeza eran las frases: “Susi huele mal, Susi hace trampa, S-U-Z-Y”.  Susi terminó su examen y se fue, el maldito señor amarillo nunca dijo nada, se había quedado dormido y mi examen estaba casi en blanco, prácticamente solo puse mi nombre y no me extrañaría que hubiera escrito el nombre de Susi en vez del mío. Cuando mi mamá supo cómo me fue en el examen, me regañó como nunca, había reprobado, por poquito pero reprobé, me obligó a estudiar mucho, hice un trabajo extra para ganar puntos y así logré pasar. 

Gracias a esto aprendí dos cosas invaluables. La primera, la venganza no deja nada bueno y la segunda, si hubiera dedicado algo de tiempo a estudiar para mi examen de Ciencias naturales, me habría dado cuenta que la mascota de la clase no era un loro sino un canario…


Raul Duarte 
PlasmArte Ideas, julio, 2015

FB: PlasmArte Ideas

Twitter: @plasmarteideas











*Coctel de letras, está a cargo de Inés M. Michel

[Egresada del Instituto de Ciencias, generación 100, (100cias100pre). 
Las letras le han salvado de los hombres grises en innumerables ocasiones. 
Fiel lectora de Ende y de un sinfín de historias fantásticas y de terror.
Casiopea es su guía y confidente.]

Contacto: inesm.michel@gmail.com




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